Lo que diga mi jefe. Luis Angel Valiente Cárdenas

Lo que diga mi jefe. Luis Angel Valiente Cárdenas

 
¿Somos conscientes del poder que ejercemos como líderes? 

Existe un estudio muy interesante al respecto que tiene que ver con la Psicología Social; en la universidad de Yale en los años 1960-63 Stanley Milgram presentó interés por descubrir por qué la gente obedece a órdenes criminales emitidas por una autoridad legítima (Seidmann, 2000).

Dicho estudio consistía en poner a "Científicos” que iban a administrar descargas eléctricas sobre personas objeto de estudio con fines de investigación. Dichas personas objeto de estudio en realidad eran actores que fingían el dolor, incluso llegando a suplicar que detuvieran el estudio por la magnitud del dolor que sentían. 

El verdadero objeto de estudio era la persona que administraba la descarga electrónica a petición de un "científico” que asemejaba una figura de autoridad. 

Una pequeña minoría de los sujetos de estudios abandonaron la prueba negándose a continuar lastimando a otra persona, pero la inmensa mayoría lo concluyó y al dudar respecto a la administración de las descargar bastaba un "continúe por favor” por parte del sujeto de autoridad para que se continuara administrando descargas eléctricas.

Milgram se pregunta "¿somos todos nazis?” y evalúa la obediencia, es decir la compulsión a hacer el mal, como resultado de factores contextuales: la presencia de una autoridad legítima, que se hace cargo de las decisiones, el alejamiento de la víctima y el procedimiento escalonado, por etapas en el cumplimiento de órdenes criminales. Con esta experiencia, Milgram intentó explicar cómo desde el comportamiento de personas que individualmente eran "buenos ciudadanos” se llegó a un programa de exterminio masivo: el Holocausto. (Seidmann, 2000).

Es interesante reflexionar como líderes, hasta qué punto somos considerados por nuestros equipos de trabajo como figuras de autoridad y hasta que punto pueden nuestras decisiones llegar a incidir en las decisiones inconscientes de otros. 

Es posible que muchas de nuestras decisiones vayan en contra de la escala de valores de nuestro equipo, y que por el simple hecho de convertirse en instrumentos de las decisiones de nuestro liderazgo desarrollen actividades o actitudes que sean inmorales o carentes de valores. 

Para que una persona se sienta responsable de sus propios actos, debe ser "él mismo” quien ejecute las ideas, de tal forma que al delegar la responsabilidad, la ejecución es heredada a un segundo, es decir, los líderes nos desvinculamos de la responsabilidad al pedirle a un segundo ejecutar las situaciones difíciles y a su vez la persona que recibe la indicación, se convierte en instrumento ejecutorio y puede llegar a infligir daño excesivo he innecesario al considerarse como "no responsable” de lo que está  ocurriendo. 

En una organización existe cadena de mando, y para el correcto funcionamiento de dicha organización es necesario delegar, sin embargo, considero que exclusivamente las decisiones difíciles por las cuales nuestro equipo de trabajo pudiera convertirse en inquisidores, deberían ser ejecutadas por el propio líder, para ejercer responsabilidad afectiva, igualdad y omitir discursos y acciones violentas innecesarias para la sana convivencia de las empresas. 

Para saber más...

En el siguiente recurso visual encontrarás más a detalle del experimento de Stanley Milgram sobre la obediencia a la autoridad:
Soler, A. (2018). Los peligros de la obediencia: el experimento de Stanley Milgram [Vídeo]. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=K2hm_aAXy5c

Seidmann, S. (2000). Historia de la psicología social. Universidad de Buenos Aires. Disponible en: https://n9.cl/kvtr

Luis Ángel Valiente
luis.valiente@bluebusiness.com.mx

Comunicólogo, consultor y asesor de empresas en temas de comunicación corporativa y mercadotecnia.


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