En los años 70, se empezaron a utilizar las incubadoras modernas para lograr la supervivencia de los bebés prematuros, y pensaron que los cuidados debían ser dados con el mínimo posible de contacto físico y era la orden dada a las enfermeras.

En una clínica observaron que los bebés a pesar de tener perfectamente controlada la temperatura, la humedad, el oxígeno y los nutrientes de su alimentación, estos no crecían, sin embargo los niños que sobrevivían y eran dados de alta de inmediato iniciaban su crecimiento.

Un día en una unidad de neonatología se observó que algunos de los bebés crecían a pesar de seguir en la incubadora, sin que hubiera nada diferente en los cuidados.

Una investigación reveló que los niños que crecían eran atendidos por la misma enfermera, al ser interrogada confesó que ella no podía resistir su llanto y los abrazaba y acariciaba para que se calmaran.

Actualmente está establecido que el equilibrio fisiológico de los bebés mamíferos incluidos los humanos, depende de la cantidad de afecto que se les proporcione.

¿Y los adultos?

Un estudio publicado en el British Medical Journal, ha mostrado que la supervivencia media de los hombres que enviudaban era mucho menor que la de quienes su esposa todavía vivía. En otro estudio, los hombres que padecían enfermedades cardiovasculares y que respondían que "si” le manifestaban amor a su esposa, tenían dos veces menos síntomas que los que no lo hacían. Un seguimiento de ocho mil hombres durante cinco años, encontró que los que reconocieron que "mi esposa no me ama” desarrollaron tres veces más úlceras que los otros. Y en un seguimiento de dos mil mujeres con cancer de mamá, entre quienes declaraban falta de afecto en su vida, se contabilizaban dos veces más defunciones al cabo de cinco años.

Lewis, Amini y Lannon, tres psiquiatras de la Universidad de San Francisco en su libro "Una teoría general del amor” dicen, "la relación afectiva es un concepto tan real y determinante como cualquier medicamento o intervención quirúrgica”